Mi novia neurótica

Si, esa mujer con la que comparto el trayecto del camino de regreso de la oficina a mi casa, la mujer que sabe mi horario de salida y que cuando siente que unos 5 minutos han pasado de la hora a la que normalmente le llamo, se pone en ascuas, se preocupa y me llama nada más para “estar segura” y eso que ni les he contado la reacción de nerviosismo que tiene unos 5-10 minutos antes de mi llamada…

Cuando mira mis primeros regalos de cumpleaños se pone un poquitillo celosa y me pregunta “y ¿quién te regaló eso, y esto, y este?”

La mujer dueña de las primicias de mis noticias buenas.

La mujer a la que decidí, desde que tenía aproximadamente 18 años, nunca más volver a contarle mis malas decisiones y las consecuencias de esas malas decisiones, porque entendí que ella no se merecía eso, que ella me había dado tanta felicidad y amor como para que este simple mortal estuviera poniéndole más penas y preocupaciones en las cuales pensar durante el día.

Recuerdo una vez llegar a la casa a eso de las 10:30 pm y aun estaba esperandome con un clásico delantal de los sampedranos y una jarrilla de “atol de aba” listo para calentarme por el frio… y recuerdo que al verla, solo pensaba en mi cabeza “buen trabajo doña Catalina”  (Catalina es mi abuela, la mamá de mi Madre).

y como dice Arjona: “y aunque a estas alturas, la analogía ya parece obvia” sabrán que estoy hablando de doña Lesbia Gricelda Orozco Lopez… Mi madre.

 

/*conste que este post no lo estoy escribiendo en el “día de la madre”.*/

 

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