la escuelita de Jorjito

Así era como le decían a aquel viejo programa mexicano “La escuela de Jorge Ortiz de Pinedo”. Todos los “niños” eran comediantes adultos que hacían un sketch entre doble sentido y cosas sin sentido que finalmente terminaban:

  • a los papás, en su mayoría hombres, enganchándolos a ver el programa dado el atuendo que usaban las “niñas” de la escuelita.
  • a los chicos, porque era “un mate de risa” el programa entero. La verdad que a algunos también nos gustaba por ver a las chicas de la escuelita.

Desde hace aproximadamente unos 3 años vengo apoyando en heredar conocimientos sobre cierto área con chicos que van desde los 11 hasta los 18 años, como todo “profe” normal intento aprender de ellos más que “enseñar lo que yo se”, y de vez en cuando, se me salen mis pinceladas de conocimiento para intentar cambiar el rumbo de sus futuros tratando de mostrarles que hay imágenes diferentes a las que ellos habían envisionado dado sus condiciones donde viven.

Como el clásico docente, -como así me enseñaron-, inicialmente solía, antes de terminar mi clase, para cada uno de los puntos vistos dejar una pequeña tarea que buscaba “reforzar los conocimientos aprendidos”, para mi sorpresa, casi todos llegaban a la siguiente sesión con la tarea hecha y muy bien hecha; llegado el momento de “comprobación” de la lectura/tarea, resultaba que los alumnos tenían muchos problemas.

Aún recuerdo, la tarde de un sábado, cuando aún estaba en mi clase, iniciando a escribir la tarea, la directora del centro llegó a “inspeccionar” y mientras yo escribía la tarea, me vio con cara de “deténgase, pero no se lo quiero decir delante de ellos”. Así que tal cual desobediente, continué con la descripción de la misma, y posterior a finalizar la clase, decidí conversar con la directora para ver cuál era el inconveniente: “lo voy a poner sencillo, aquí no dejamos tareas, porque creemos que eso es una pérdida de tiempo, en su defecto hacemos ejercicios en clase”. Clásico guatemalteco “profesional” lo primero que vino a mi mente fue: “usted me está diciendo cómo dar mi clase”, sin embargo, desacelerados los procesos físico-químicos de mi reacción, decidí ponerle más atención y seguir los consejos de una persona que lleva muchos más años en la rama.

Por allá por el año 2005, relataba Tim Elmore en su libro “12 errores graves que los padres pueden evitar”, en dos escuelas (que llamaremos A y B para nuestro este efecto) separadas geográficamente por aproximadamente 62km, un día luego de la revisión de las tareas, dos madres llegaron (cada una a cada escuela) sumamente molestas porque no entendían como sus hijos “que habían pasado la noche anterior esforzándose, desvelándose por hacer el ensayo, habían conseguido simplemente un B-“. No era posible, tomando en cuenta que el joven se había esforzado demasiado, además cada madre sabía perfectamente que el ensayo tenía todo lo necesario para ser un buen ensayo y que a criterio de ellas (las madres) el ensayo merecía al menos un A- sino es que un A o A+; los docentes totalmente sorprendidos del empeño de cada una de las madres en que sus hijos debían sacar una mejor nota, intentaron hacer las averiguaciones de cómo era posible que las madres supieran tanto de cómo estaba elaborado el ensayo. Tal cual relata el dicho: “las cosas caen por su propio peso” (ahora sabemos que es por la gravedad), uno a uno, los detalles de la famosa tarea fueron saliendo. Para no hacerles tan largo el cuento, resulta que las madres estaban histéricas y molestas por el B- por una sola razón: habían sido ellas las que habían hecho la tarea (junto con sus hijos) y habían puesto “todo su esfuerzo en ayudarlos” para poder obtener una buena nota.

Tal cual menciona Tim, el enojo no era por que sus hijos habían sacado el B- sino porque en realidad eran ellas las que habían sacado el B-, ya que finalmente eran ellas quienes habían hecho la tarea, entonces en realidad los docentes no habían reprobado a sus hijos, sino a ellas mismas, ya que era su intelecto quien había determinado el ensayo y por ende la calificación no era para sus hijos y su conocimiento, sino para las madres.

Regresando a mi historia, para la siguiente sesión decidí hacer lo que la directora me indicaba, y procedimos a hacer ejercicios en clase para “amarrar contenidos”. Debo decirlo así: “¡SORPRENDENTEMENTE!” los chicos estuvieron mas atentos y en la siguiente clase, al momento de hacer el clásico “repaso” resulta que siempre si se recordaban los chicos. Estrellita en la frente a la directora.

A veces en mi salida de la oficina, hay personas que hablan como si  no los escucharan en 10km a la redonda así que obligadamente termino escuchando sus conversaciones: “y calláte, aun tengo que llegar a hacer la tarea de mi hijo/a”.

Para este humilde servidor es sencillo: ¿son los papás o los chicos los estudiantes? o ese enunciado de protección a los chicos incluye facilitarles TODO para que solo extiendan la mano y los -inocentes- padres les entreguen:  dinero, tareas, ropa lista, comida servida, cuarto limpio, etc., tal cuales “reyes” que todo lo tienen servido. ¿será que esto realmente forja una “mejor sociedad”? quizá sea un poco “chapado a la antigua”, pero en opinión de este humilde servidor: “menos es más y más es menos”, ¿qué qué?… si, entre menos cosas fáciles los chicos tengan, más producente para ellos, y a la inversa. Es como enseñarles a sobrevivir. Es como enseñar a pescar y no solo a -comer- pescado. O es como sembrar para cosechar y no solo extender la mano para “pedir”, quizá ese fue el mismo principio detrás de muchas personas “dueñas de lo ajeno” que solo les enseñaron a extender la mano para tomar lo que “papi y mami” les daban.

No lo se, es solo la opinión de este humilde servidor.

A todo esto, ¿qué tiene que ver la escuelita de Jorjito? es simple: en la escuelita de Jorge Ortiz de Pinedo, eran adultos los que asistían; en nuestra sociedad son adultos los que implícitamente asisten a la escuela/colegio de sus hijos.

Lo más triste es que estos mismos padres son los que luego “se razgan las vestiduras” en “demanda de una mejor Sociedad” y el clásico “ay no ya no se puede, ya los jóvenes de ahora ya no piensan correctamente. Se les olvida que la sociedad que tenemos actualmente es culpa de la educación que los mismos padres dan a sus hijos. Es decir, es tan hipócrita pensar que “alguien más es culpable de la sociedad de ahora” pero yo no.

En fin, quizá valga la pena terminar este post con un enunciado que Tim Elmore hace en su libro dedicado a los padres y que me parece la idea central del mismo el cual transcribo:

“No estás educando niños; estas educando a futuros adultos”.

Padres, no les hagan daño a sus hijos, dándoles “de todo” de forma fácil y a petición de mano extendida; hagan que las cosas valgan la pena, de otra forma quizá la que no vale la pena es la vida de sus hijos; pero hasta donde sabemos nuestro ciclo es: nacer, crecer, [reproducirse,] morir. Entonces ya que le estas dando “de todo” a tu hijo para que “no tenga que pasar las necesidades” que pasaste, seguro sabrás que estarás eternamente presente en la vida de tu hijo para que “nunca sufra”, es mi sencilla deducción, dado ese comportamiento.

En fin, meter a los chicos en una burbuja quizá solo cree sindromes sociales, y tarde o temprano los chicos tendrán que enfrentar esa realidad, bonita a veces pero dura la mayor parte, y seguro la impresión será más fuerte. No lo se, es mi humilde opinión, quizá tonta, buena o mala pero mía diría Nicho Hinojosa, “tan humana como la contradicción”…

 

 

 

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